miércoles, 16 de enero de 2013

El caballo de Troya






Un país, un estado o una nación, llámese como se quiera, no puede acostumbrarse a vivir cuestionado desde sus raíces. Nadie pone en duda que dentro de nuestras fronteras hay una gran diversidad que unos usan como elementos diferenciadores con el fin de cuestionar la integridad, mientras que otros los emplean como elementos enriquecedores. 

A la hora de poner barreras, resaltar diferencias y argumentar en favor de los distintos nacionalismos, la verdad es que hay teorías para todos los gustos. Un argumento empleado con frecuencia es el idioma, que se usa como elemento de conquista, de diferenciación cultural, y como límite de "proyectos de futuro" en las ansias de ciertos nacionalismos por crear estados o imperios. Tremenda necedad y aldeanismo que lamentablemente está en auge, y que de forma paradógica no es más que una contradicción en si misma. Estamos cansados de escuchar a los próceres del pancatalanismo, sus desvelos por extender ¡¡hasta Murcia!! su imperio pues en una pequeña comarca murciana se habla catalán. No tienen en cuenta que en amplias zonas de la comunidad valenciana no se habla ni el catalán ni el valenciano; ni se hablan ni se espera que se hablen pues para nada esas lenguas son de uso común, ni en el ámbito público ni privado. 

Si los pancatalanistas argumentan que el catalán no se habla pues ha sido "exterminado" por el castellano, y por lo tanto están obligados a iniciar una recatalanización del territorio que sería paralela a la formación de un nuevo imperio, deberían ser honestos y aplicarse el cuento y su propia medicina, ya que antes que catalán o valenciano, en esas tierras se habló, y durante muchos siglos, árabe. El pueblo árabe es el que moralmente, según la doctrina pancatalanista, está autorizado a reconquistar política y culturalmente los Països Catalans. El pueblo árabe, que fue masacrado por los invasores godos del norte, aniquilando su cultura, su lengua y cualquier vestigio de su presencia, tiene más fuerza moral, si atendemos a los argumentos de los nacionalistas pancatalanistas, para constituir un Estado o régimen político que haga justicia a los atropellos a los que fue sometido. Y en esas estábamos cuando a alguno se le encendió la bombilla y se puso a buscar sinergias. ¿Cómo podemos aunar el pancatalanismo junto con el arabismo y el islamismo?

Pues bien, hace ya décadas cuando se inició el despegue económico de España tras la entrada en la UE, se plantearon necesidades de abrir las fronteras a la inmigración. Dados los vínculos históricos, culturales y hasta de sangre de España e Iberoamérica, desde la mayoría de las administraciones se propició la entrada de inmigrantes hispanoamericanos...Salvo en Cataluña. Cataluña, gobernada siempre por nacionalistas, quería evitar a toda costa una nueva oleada de "charnegos" hispanos, esta vez venidos de allende los mares, que pudieran poner en peligro sus tradiciones, cultura e intereses. Desde Cataluña se fomentó en la medida de sus posibilidades la llegada de inmigrantes no castellanohablantes: magrebíes, pakistaníes, subsaharianos, etc., con el fin de "integrarlos" en catalán sin que aprendieran el castellano, y así formar una fuerza de choque, la punta de lanza para la reconquista de los Països. Y ahí están, prestos para el combate. Una legión de "Nou Cataláns" que son el orgullo de Cataluña y al mismo tiempo un caballo de Troya:  ¡¡Cataluña, antes mora que española!! afirman orgullosos los más cavernarios representantes del nacionalismo e imperialismo catalán. Otro ejemplo más de la justicia del rey Salomón: antes que Cataluña sea española, mejor que no sea. ¿Quienes son los que mienten cegados por el odio para burlar a la Justicia de la Historia?









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